A las películas de amor hollywoodienses, les falta a menudo una dosis de realismo y terminan siendo historias superficiales y tópicas, que desembocan irreparablemente en un dulce final feliz. Hacía tiempo que quería ver “Blue Valentine” ( Derek Cianfrance, año 2010) y después de hacerlo, la añado sin duda a mi lista de películas fetiche.
Blue Valentine es una película “indie” en todos los sentidos. Por su planteamiento transgresor, alejado de las tópicas cintas románticas; por su manera de mostrar la realidad y su forma de ser rodada; por su guión realista, oscuro y dramático -hermana gemela de la también excelente Revolutionary Road, de Sam Mendes-. Es Indie por su banda sonora, que introduce a grupos como Grizzly Bear, y por su espectacular fotografía, que podemos disfrutar a modo de diapositivas exquisitas al finalizar la película.
Blue Valentine es una historia de amor real de los pies a la cabeza. Amor de ese que traspasa la pantalla y atraviesa nuestras entrañas, para remover recuerdos, sentimientos y emociones a todo aquel que alguna vez haya experimentado el amor de verdad en sus carnes. (Siempre ha pensado en el poder que ejerce el buen cine sobre nuestra vida…)
Brillante la química entre Ryan Gosling y Michelle Williams, una pareja de carne y hueso; un hombre enamorado, capaz de darlo todo por ella. Una historia que empieza rebosante de pasión, química e ilusión, para terminar aflorando frustraciones, realismo y traumas personales, cuando desaparece el enamoramiento inicial. Una profunda tristeza y desencanto aparece en el personaje de Cindy, que cuando se enamora ciegamente del hombre romántico que la idolatra, no piensa de modo racional si esa historia va a satisfacerle en un futuro y se deja llevar…
Tras los años y con la llegada de su hija y las rutinas, surgen las dudas, la frustración, los dilemas, el odio hacia la falta de ambición masculina, el deseo de otro hombre con éxito -lo vemos en la relación con su compañero médico o su reacción al reencontrarse con su amor adolescente-. Una realidad pura que queda resumida por Dean, en una frase clave: “ellas se pasan la vida buscando el romanticismo y siempre terminan casándose con un hombre que tenga un buen trabajo”.
El personaje de Dean, es un tipo de esos que embelesan por su sinceridad, por su valentía y su descaro. Un hombre de esos que “hacen sufrir”, pero no por su maldad, sino precisamente por su vulnerabilidad. Un papel que a Ryan Gosling le va que ni pintado, similar al que ya interpretó en el diario de Noah. En esta historia, Allie se enamora del joven inculto y fracasado, que pese a no convenirle ni encantar a su familia burguesa, le vuelve completamente loca de amor. Juntos viven una historia digna de envidiar, en la que Allie renuncia a todo lo material sólo por vivir su historia con Noah.
Por el contrario, en Blue Valentine, el personaje de Cindy despierta del letargo amoroso cuando aflora la rutina y el desencanto. Cuando ella deja de verle como ese ser perfecto, para destapar su fracaso social, sus vicios y su falta de ambición. No obstante, el amor verdadero sí continua vivo en él. Lo muestra en su paciencia, su entrega, en el amor puro por su hija. Aspectos que parecen desvanecerse ante ella, quien termina viéndolo como un niño grande al que ya no admira.
“Dime cómo quieres que sea, qué debería cambiar para que fueras feliz”. Dean es valiente, tiene claro que su amor es Cindy. Su apuesta es pura y sincera. Lo cierto es que enternece… a mí me enterneció. Toda mujer que ha tenido a un Dean en su vida, ha tocado las estrellas. Porque quizás el amor de verdad no está en lo material, sino en la valentía de aquel hombre que apuesta por ti a muerte y es capaz de todo por complacerte. Tristemente, al final, siempre y de todos modos, la búsqueda de seguridad se impone al amor romántico.
Visto en la distancia, a través de películas como esta vale la pena preguntarnos. ¿Que anhelamos las mujeres en realidad? Un debate demasiado profundo para zanjarlo en un único post, creo… Aunque Blue Valentine, debería ayudarnos a reflexionar sobre lo que de verdad importa en el amor.