Por si alguien aún lo dudaba, el machismo existe, señores.
Y hoy no se me ocurre mejor manera de exponerlo que citando a nuestra querida Christine de Pizan, precursora incipiente del feminismo, tal y como lo conocemos en la actualidad. Ya en el siglo XV, ella se atrevió a abrir los ojos y la mente ante la inmensa subordinación, degradación y misoginia de la época, cultivada durante décadas y convertida en un género literario, de la mano de señores como Mateolo con su libro de Las lamentaciones o el “superventas” Roman de la Rose. (Lecturas recomendadas, no carentes de cierta escatología, para todos aquellos que aún necesitan convencerse de que el patriarcado tiene un fundamento real).
La feminidad era asociada, ya desde el Génesis o Hesíodo, con el mal, la oscuridad, la lujuria, el engaño, la enfermedad y la destrucción de los hombres. A Christine, inconformista por naturaleza, se le removió la mente y el corazón y entrando en una potente contradicción consigo misma y con sus principios, se atrevió a cuestionarse ese odio de algunos hacia la mujer, carente de fundamento moral y racional.
Tristemente, hoy en día sucede lo mismo que 6 siglos atrás. Todos esos prejuicios, efectivamente sin fundamento alguno, siguen latentes en la concepción de la feminidad, derivando en consideraciones sociales intrínsecas y teñidas hoy bajo falsos preceptos de igualdad, que no hacen sino calmar falsamente los ánimos de una sociedad dormida.
De su libro La ciudad de las damas, podemos extraer fragmentos con los que aún convivimos, como el tópico de que nos vestimos para agradar a los hombres: “Dicen algunos que muchas tienen la culpa porque, engalanándose con ricos atavíos, sólo buscan coquetear y seducir a los hombres” o cuando se afirma que nos gusta que nos violen: “me causa indignación oír a los hombres repetir que a muchas mujeres les gusta ser violadas, que no las molesta que un hombre las viole, aunque protesten, que sus protestas son solo palabras.”
Textos escritos en el siglo XV que merecen un minuto de silencio y reflexión por parte de todos… ¿Puedes asociarlos a nuestros días? ¿o también son imaginaciones nuestras?
Es cierto que la igualdad de derechos es real. Vivimos en un sistema patriarcal que no es de coacción, pero que en cierto modo es más vil. Sería algo así como un patriarcado de consentimiento, pues existe una igualdad legal pero no una igualdad efectiva y la violencia sigue subyacente en nuestra cotidianidad.
Por eso, y así lo pretendió ella con su obra, dentro de cada mujer debería existir una Christine, inquieta, audaz, inteligente, revolucionaria ante las mentiras, para ser capaz de detectar la incomodidad en la cotidianidad, para ser capaz de ver que detrás de cada gesto “caballeroso”, se esconden siglos y siglos de misoginia, injurias y demonización de un género que en realidad siempre ha sido y sigue siendo el TODO para la humanidad.
La mujer encarna la VIDA. La mujer es capaz de ser hombre y de ser mujer, si así se lo propone. La mujer es el sexo poderoso, de ahí la insistente opresión y sumisión movida por puro temor e intimidación del sexo masculino, el cual, por más que la humille, por más que la insulte, por más que la mate, nunca la igualará.
A todos aquellos que creen que la degradación de la mujer es una burda manipulación política o una simple imaginación nuestra, estudien por favor. Estudien. Y verán.
Nos queda mucho terreno por conquistar.
Feliz lucha.