¿obediencia ciega o insumisión?

Imagina que trabajas en una multinacional como un simple encargado de limpieza y mantenimiento. Tienes a una cúpula directiva por encima de tí, los cuales no saben ni tu nombre. Salvo tu productividad y las ganancias que obtienen con tu contribución, les importas bien poco… 

La instalación de la que te ocupas, ha sido la gran olvidada para los presupuestos de tu empresa, destinados en los últimos años a otros asuntos considerados prioritarios por los que dirigen el cotarro. Decisiones en las que, lamentablemente, no participas tú, ni tampoco el 80% de los que estáis a bordo del barco.

Sin embargo, día tras día sufres las consecuencias de ello. Cuando llueve mucho, tú y tu equipo incluso tenéis que hacer horas extra, porque hay filtraciones de agua, de las que ya has pasado parte varias veces, y aunqué es prioritario para el bienestar de los empleados que trabajan en esa planta, siguen sin arreglar. Mientras todo el resto funcione, no son su prioridad. Tú te encargas de repararlas como puedes cada vez, pero sabes que es un parche… y que no poner atención ahí puede originar problemas a la larga. 

Este invierno, una inclemencia meteorológica sin precedentes en el país,  provocó una terrible inundación en la planta baja, dejando sumido en el caos a todo el departamento de contabilidad que allí se ubicaba. 

Los 56 empleados de esa planta, fueron llamados a reunión urgente por gerencia, quien debido a lo sucedido -una catástrofe inesperada- les informó de lo que les tocaba ahora. “Es responsabilidad de todos” les dijeron, y ahora más que nunca debemos sacrificarnos para salvar a la empresa de semejante desastre, si todos queremos mantener esto a flote y evitar que alguien sufra un mal mayor. Por ello, deberéis renunciar a vuestros derechos como trabajadores. Destinaréis cada dia vuestras horas de comida y descanso a evacuar entre todos los litros y litros de agua que se han filtrado en el interior. “¡La naturaleza es impredecible!” les decían. Es algo nuevo y nunca visto para lo que no estábamos preparados y entre todos lo hemos de solventar. 

Ellos hicieron su parte, invirtieron en un buen equipamiento de protección, proporcionaron al personal las mejores botas de neopreno y sendos chubasqueros, igualmente cascos, por si durante los trabajos el techo se desprendía y les caía en la cabeza. Eran unos líderes muy considerados. Miraban por ellos, lo importante era salvar la situación. Entre todos. Por todos. Ellos manejaban las decisiones, y el equipo de contabilidad, renunció a su hora de comida, a su tiempo de ocio, de forma indefinida hasta que ese desastre quedara solventado. Al fin y al cabo, ¡era por el bien de todos! 

Si al terminar la semana no habían vaciado suficiente agua, sus directores les daban a entender que seguían mal, y que si no se sacrificaban aún más, al final deberían cerrar y por su falta de implicación, más de 300 personas perderían su empleo… por eso, todos arrimaban el hombro. Con positivismo, con tesón!; era algo nuevo e inesperado. Tocaba sacrificarse, tocaba hacerlo con alegría; era lo que había, si no querían ir a más…  perder el empleo, que se hundiera el edificio y lo peor, que alguien muriera… 

En las duras horas, se establecieron dos bandos claros, y los que conseguían vaciar el doble de agua y aguantar también sin merendar, trataban a los que no de insolidarios, de mala gente. ¡criminales! por vuestra culpa y egoísmo estamos así y esto no mejora! y así pasaban las horas. Lo habían perdido todo, incluso el foco, el raciocinio y el sentido común.

¿Te suena de algo?. En la literatura, las metáforas a menudo sirven para ver de un modo distinto la realidad que vivimos, para abrir los ojos, para darnos cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor. Por desgracia, de una empresa que te somete injustamente, te manipula y no asume las responsabilidades que le tocan, puedes huir. En nuestro caso, somos presos de todo esto, y aunque a muchos nos cause clautrofobia, veamos la injusticia y nos sintamos impotentes y a menudo idiotas, solo tenemos tres opciones: someternos y anularnos, decir a todo que sí para salvar esto sin rechistar, o la insumisión. Si decides hacer lo primero, como mínimo, entérate de que va la historia antes de criticar al vecino que no saca tanta agua como tu…

¿Te atreves a redactar el desenlace de esta historia? Te escucho🖤 

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